Kirsten
Lepore ha venido creando su propio éxito desde hace algunos años en su país de
origen Estados Unidos, se ha abierto el camino gracias a sus trabajos en la
animación, particularmente en el Stop Motion. Debido a la cantidad de obras que
ahora ha generado, ha sido reconocida con diferentes premios y trabaja para
distintas marcas, sin dejar de lado su estilo de hacer los productos
audiovisuales y que la ha llevado hasta ese reconocimiento. Dentro de su
trabajo, se destacan algunos cortometrajes, y de esos proyectos sobresale sin
lugar a dudas Bottle, del año 2011. Sus obras poseen mucha carga de creatividad, un
perfeccionamiento en la técnica de animación que hace parte de su estilo y
resultan productos muy llamativos e interesantes, que brillan por sí solos.
Bottle narra el argumento de dos
personajes, dos seres hechos de arena y nieve, respectivamente, los cuales se
comunican a través del océano, enviándose mensajes, objetos, o distintos
elementos por medio de una botella, que los hace interactuar entre si y querer
encontrarse.
En
muchas ocasiones un producto audiovisual, sea cual sea, resulta mucho mejor
confeccionado, más atrapante y llamativo, cuando deja de lado las salidas
fáciles; el simple hecho de no tener que recurrir al diálogo (sonidos sí), es
motivo para que una obra tome mucho más valor del que pueda poseer. Al no tener
diálogos, salen a relucir las ideas, el ingenio y la recursividad de contar o
narrar solamente con imágenes, con acciones; algo que resulta mucho más
sencillo, más no simple, en los cortometrajes. Y es que este cortometraje en
particular puede parecer muy simple, especialmente si solo se conoce su
sinopsis, pero su magia radica en su visionado, en dejarse llevar por esas
imágenes que no requieren decirnos nada con palabras, sino que nos habla, nos
comunica, nos llega solo con lo que vemos ante nuestros ojos.
Además
de ser un recurso mucho más creativo, bello si se quiere, el hecho de no
recurrir a la voz, también es un aspecto que ayuda a la facilidad de hacer una
obra audiovisual, ya que no hay necesidad de contratar o grabar voces (actores)
y eso es algo que puede aportar a la disminución de costos. Por lo que los
sonidos toman vital importancia, a la par de las imágenes, y así el trabajo de Bottle en cuanto al Foley y el diseño
sonoro es excepcional. Se recrea de forma correcta cada ambiente, cada
sensación, en últimas, para que eso aporte también a lo que experimenta el
espectador cuando ve el corto, y viva cierta identificación desde lo que oye.
Pero,
son las imágenes las que tienen todo el poder de empatía, de hacer sentir
emociones en la persona que está viendo; algo que desde el guion, escrito
también por Lepore, logra ser otro de los puntos positivos del cortometraje. El
argumento solo muestra dos personajes, dos seres (que podría ser una representación
de hombre y mujer, o cualquier combinación que surja; o ninguno de ellos –por
lo que no resulta evidente en lo que se ve-) que no se conocen, pero se logran
comunicar el uno con el otro, tienen el medio para hacerlo. Una botella aparece
en sus “vidas” y sirve como elemento que une a dos seres (por eso el título del
corto); con el que se crea además esa especie de chat (sin ser tan impersonal
como cualquier chat), que al principio funciona como cualquier otro,
comunicando a dos seres que están lejos geográficamente, pero que al final
resulta la excusa para quererse conocer en persona. Los personajes no se
conocen al principio, pero empiezan a crear su propia conexión, incluso su
propia identidad, cuando se mandan objetos que hacen parte de su ambiente (respectivamente).
Entonces se comienza a crear como una especie de historia de amor, logrando
identificación con el espectador (no solo por el recurso técnico), debido a lo
interesante de esos personajes, esos seres que tienen una forma humanoide, que
no hablan, pero logran transmitir sensaciones.
Ese
guion atrapa y convence de inmediato, y lo mejor de todo es el final, que puede
parecer triste (ya que se puede pensar que nunca se llegaron a conocer
realmente), pero que puede significar algo más (en una interpretación más
romántica), que cuando el ser de arena y el de nieve deciden encontrarse en el
fondo del océano y se disuelven, terminan fundiéndose, siendo un solo ser y
permanecerán juntos. Y en compañía con la forma en que la realizadora decidió
contar esa historia, el guion resulta ser algo complementario y eso se ve
reflejado en una destacable puesta en escena, trabajo de planos y de edición.
Las elipsis van aumentando, al principio el corto se toma su tiempo para
mostrar que uno de los personajes encuentra la botella, que saca lo que hay
dentro, que empaca algo y la vuelve a enviar; luego los planos van siendo más
rápidos, esa edición se vuelve dinámica y paulatinamente se aceleran las
acciones que se repiten (de mandar y enviar elementos distintos). Y desde la
edición también están los créditos o títulos del cortometraje, que de forma
acertada simulan el movimiento del agua en el océano.
Y
teniendo en cuenta esas elipsis narrativas, también hay otras que se utilizan
muy bien, que ocurren con el tiempo que se demora en llegar la botella a cada
polo; ya que obviamente eso llevaría de cierto tiempo, pero esa posible espera
se evita. Aunque hay una ocasión donde ese aspecto no resulta tan bien
utilizado o que va en contra del argumento, ya que hacia el final, cuando el
ser de arena envía sus dibujos no podría saber en qué momento debían de bajar
al fondo del mar. Entonces ninguno sabría con exactitud el instante preciso
para encontrarse, aunque es un detalle que resulta siendo insignificante (al
igual que ocurre con las almejas, que no tenían un tamaño para que cupieran en
la botella).
Fue
una decisión muy arriesgada a la vez que interesante, la de hacer una animación
con elementos naturales y recursos del exterior; por lo que es un cortometraje
que también llega a ser algo diferente y hasta innovador, con aspectos que no
son tan controlables como en un estudio o trabajando con miniaturas (con
excepción de la secuencia final, cuando los dos seres se sumergen para
encontrarse, donde Kirsten usó una pecera para simular el fondo del océano y
las dos orillas opuestas). La directora se las ingenia para cuidar cada
detalle, o valerse de la recursividad para mostrar distinto elementos, como
cuando cierra los planos de la botella, y solo se ve el fondo de la misma, para
no recurrir a la animación de los personajes introduciendo los objetos (solo se
muestra que caen).
Kirsten
deja notar que es una obra que necesitó mucho esfuerzo para su realización
(como casi con cualquier Stop Motion), especialmente, teniendo en cuenta que
las locaciones fueron en el exterior, en dos climas distintos y con cambios de
luz fuertes y continuos. El corto Making
Of que se puede encontrar muy fácilmente en línea, deja ver esa dedicación
que tuvo la realizadora, quien entre otras cosas, es la total responsable de
sus obras y en particular de esta, ya que ella sola se encarga de hacer todo
(dirección, guion, cámara, edición, sonido, etc.) El resultado final de Bottle, deja muy buenas sensaciones, y
es que ese esfuerzo de Kirsten refleja un trabajo bien hecho, donde no son tan
contundentes los detalles que evidencian que se trata de un Stop Motion
(pisadas, cambios de luz, etc.); solo que al ser en el exterior, es mucho más
complicado que no se note cualquier cambio cuando se graba en una playa, con
arena y maro en la nieve (ya que por
ejemplo ella pisaba para acercarse a seguir con la animación, se devolvía en
las mismas pisadas y las trataba de borrar).
Kirten
Lepore es una realizadora ingeniosa y creativa, sus trabajos se pueden
encontrar fácilmente y de hecho posee una página donde se pueden ver:
kirtenlepore.com. Bottle es uno de
sus mejores trabajos y resulta ser un cortometraje bello, que transmite buenas distintas
emociones significativas y que llega a impactar; desde el buen uso del recurso
técnico, la originalidad y desde el argumento.
Cortometraje
- No creo en las propinas... pero sí en el cine - Ash
Título:
Corazón Salvaje Dirección:
David Lynch Guion: David
Lynch Producción:
Steve Golin, Monty Montgomery, Sigurjon Sighvatsson Dirección
de Fotografía: Frederick Elmes Dirección
de Arte: Patricia Norris Montaje:
Duwayne Dunham Música:
Angelo Baladamenti Intérpretes:
Nicolas Cage, Laura Dern, Diane Ladd, Harry Dean Stanton, Willem Dafoe, Sheryl
Lee, Sheryl Fynn País:
Estados Unidos Año:
1990
Lula:
“Todo este mundo es salvaje en el corazón y extraño en la cabeza”
Lula:
“Ese Johnnie es un detective inteligente, ¿sabes cuán inteligente?"
Sailor:
"¿Cuán?"
Lula:
“Él me dijo una vez que puede encontrar un hombre honesto en Washington”
Sailor:
“¡Esta es mi chaqueta de piel de serpiente! Y para mí es un símbolo de mi
individualidad, y mis creencia… en mi libertad personal”
Bruja
Buena: “No le des la espalda al amor, Sailor”.
Bobby
Perú: “Canta, no llores”
Con
Blue Velvet (Terciopelo Azul) de 1986, David Lynch encontraría de nuevo su
camino, reafirmaría su estilo y dejaría de lado las malas sensaciones que le
provocó la realización de Dune de 1984; dando paso a Wild at Heart (Corazón
Salvaje) cinta que está más emparentada y cercana al estilo de Blue Velvet,
Lost Highway de 1997 o Mullholland Drive de 2001 que a sus primeros trabajos,
sin perder muchas características vistas en ellos también. La película fue todo
un éxito en su estreno de 1990, ganando incluso la Palma de Oro en el festival
de Cannes de ese año presidido por Bernardo Bertolucci, a pesar de que no es la
mejor película del realizador, está inmiscuida en el corazón de sus más fieles
seguidores.
El
argumento se centra en la pareja compuesta por “Sailor” (Nicolás Cage) y “Lula”
(Laura Dern), quienes parten en un viaje en auto de huida y reconocimiento por
Estados Unidos, perseguidos por un asesino contratado por la madre de ella y en
medio de un amor idílico y que los une fuertemente, en una historia que tiene
lugar en un tiempo largo y prolongado para sus personajes y sus intenciones. La
madre de “Lula”, intentará entonces a toda costa separarlos y que su hija se
quede a su lado.
Lynch
narra una historia lineal, entendible fácilmente dentro de lo que se ve por la
superficie, pero que posee una carga significativa en las acciones de sus
protagonistas, en elementos simbólicos como el fuego o en aspectos surreales
que el realizador sabe mezclar muy bien con lo cotidiano. Como el propio Lynch
afirma, debajo de la historia superficial que se cuenta en un producto
audiovisual, debe haber elementos subconscientes, compuestos de significados no
necesariamente entendibles o explicativos y que aportan a reforzar esa historia
con mucha profundidad. El realizador se basa en sus experiencias cuando era
niño y adolescente, cuando debía mudarse contantemente y donde conoció Estados
Unidos de forma muy cercana, para crear esta Road Movie personal, acelerada,
exagerada y violenta.
El
guion escrito por el propio Lynch, basado en el libro de Barry Gifford, posee a
su vez toda una serie de contenidos metafóricos y de un trasfondo que va más
allá de cada personaje o situación planteada. Primero que todo, están las
referencias continuas a la película de 1939 The Wizard of Oz (El Mago de Oz) de
Victor Fleming (y George Cukor, Mervyn LeRoy, Norman Taurog y King Vidor –sin
crédito en ella-) y que soportan también la misma trama que se cuenta en
Corazón Salvaje como si fuera una versión bizarra del clásico infantil, donde
pareciera que en lugar de que la historia se centrara en un sueño (En el Mago
de Oz por parte del personaje de “Dorothy”), en este caso se mutara a una
pesadilla. Dentro de dichas referencias se puede encontrar entonces: La bola de
cristal que aparece en plano cerrado, donde una mano (de bruja) acaricia ese
elemento visualizador, observando dos veces (una al principio y otra hacia el
final de la película) lo que está sucediendo con la pareja protagonista, siendo
una indicación de que la madre de “Lula” llamada “Marietta” (Diane Ladd) es
quien está vigilándolos, en apología a la “Malvada bruja del Oeste”;cuando “Marietta” se pinta con el pintalabios
de rojo, también es un recordatorio de la apariencia de la “Bruja de Oeste”,
aunque en ese caso era de verde; “Lula” constantemente ve la imagen de dicha
bruja volando en su escoba, personificada con la imagen de “Marietta”; el perro
que menciona el personaje que interpreta Jack Nance, es referencia a “Toto”, el
perro de “Dorothy”; cuando “Lula” menciona que ambos se salieron del camino
amarillo (referencia al camino de ladrillos amarillos) y posteriormente
“Sailor” dice que quiere corregir lo sucedido y volver al camino, resulta un
elemento que indica los deseos que tienen ambos (primero ella y luego él) de
mejorar, de cambiar y corregir sus vidas; cuando “Lula” acaba de pasar una
experiencia traumática con “Bobby” (Willem Dafoe), se golpea los tacones (como
lo hacía “Dorothy” al final de la película) como queriendo que nada de lo que
está viviendo hubiese sucedido, con un deseo profundo y arrollador de alejarse
de esa pesadilla en la que se encuentra, pero a diferencia de El Mago de Oz,
cuando los choca no pasa nada (algo más cercano a la realidad); de la canción icónica “Over the Rainbow” que
cantaba Judy Garland, hay una indicación a ella cuando “Lula” dice (de nuevo
con deseos de querer cambiar todo) que quiere estar del otro lado del arcoíris,
expresando frustracióncon lo que
siente; cuando ambos personajes hablan sobre el primo de “Lula”, “Sailor” le
dice a ella que él debió haber ido donde el “Mago de Oz” para que le diera
algunos consejos, ella responde: ”lástima que no todos podemos hacerlo, bebé”;
cuando “Sailor” y “Lula” llegan a Big Tuna, él se refiere al lugar como “no es
ciudad esmeralda” (la ciudad en la que vive el “Mago de Oz”); la “Bruja Buena”
también aparece en Corazón Salvaje, personificada por Sheryl Lee y ayudándole
en una visión a “Sailor” para que “no le dé la espalda al amor”; los zapatos
puntiagudos que lleva en una escena el personaje de “Marietta”, son similares a
los que lleva la bruja que aplasta “Dorothy” cuando llega a Oz; en su parecido
a la “Bruja del Oeste”, el hecho de que “Marietta” envíe dos personajes
distintos a por su hija y su novio, son elemento similar a cuando la bruja
manda a los monos con alas a tratar de impedir que los protagonistas logren sus
objetivos y se salgan con la suya; y, al final cuando “Lula” le echa líquido a
la fotografía de “Marietta”, ella se empieza a derretir, es vencida como la
“Bruja del Oeste”. Es así, que la base de esa reminiscencia a la película de
1939, radica en los deseos de mejorar y madurar, de seguir por un camino recto
(que es un objetivo difícil de lograr para los protagonistas y deben sufrir
mucho para llegar a él), en busca de llegar a una vida mejor, sin perder nunca
el sentimiento de amor en medio del mal, el cual los acecha y que se puede
vencer precisamente con el amor.
Los
significados de distintos elementos del guion, van en concordancia con lo que
sucede con “Sailor” y “Lula”. El fuego está presente durante toda la película,
ya sea en encendedores, fósforos, antorchas o incendios, algo que representa la
intensidad de “Sailor”, el fuego que lleva por dentro y que lo hace comportarse
de manera violenta; es además, un símbolo de un recuerdo tormentoso para “Lula”,
ya que su padre murió quemado por queroseno; recuerdo que tiene que ver también
con “Sailor” y que está presente en los créditos iniciales. Los colores son muy
importantes para el cine de Lynch, son un personaje más, un elemento que
expresa mucho y que en este caso hace referencia a lo que sienten los
personajes. Dichos colores por ejemplo son utilizados en transiciones,
propuestas desde la edición estratégicamente en las escenas de sexo y en la
escena del “baile”;prima claro está, el
color rojo que se refiere al mismo tiempo a la agresividad y fuerza de
“Sailor”, a la pasión y amor extremo que se tienen ambos personajes, a la
sangre propia de los actos violentos e instintivos de “Sailor” y otros
personajes y al labial con el que se pinta la cara “Marietta”, que no es parte
de una transición en este caso, pero que se usa en un momento en que ella está
arrepentida por lo que le hizo a “Johnnie” (Harry Dean Stanton), sabiendo que
él está a punto de morir. En las transiciones aparecen también colores como el
amarillo, el verde o el azul, que se refieren a la cantidad de sentimientos que
va experimentando especialmente “Sailor”. Hay dos ocasiones en las que aparecen
accidentes de tránsito, y la primera de ellas surge de repente cuando “Sailor”
y “Lula” van en su auto, momento clave en la película y que sirve como
anticipación de lo que les puede pasar a ellos, de que empiecen a pensar (sobre
todo “Lula”) en las consecuencias de lo que están haciendo y que la muerte sea
un elemento cercano a ellos y que los puede separar. Ese “Fuck You” escrito
atrás del letrero de Big Tuna, está dirigido, posiblemente a “Sailor”, que
lleva a la perdición y a una especie de limbo (el pueblo) a “Lula”, quien
sufrirá enormemente allí.
El
realizador se inspira de “la cosa que está en el aire”, a la que se refiere
como motivadora de ideas y escribe unos personajes únicos, que no desentonan
con su estilo (por el contrario, ayudan a reafirmarlo) y son más que
particulares. “Sailor” es un hombre instintivo, acelerado y que no toma buenas
decisiones. El personaje va por la vida sin importarle las consecuencias y con
una filosofía y unas creencias remarcadas e inobjetables; su relación amorosa parece
hiperrealista, algo falsa o demasiado “perfecta”, pero es una relación que es
lo único en su vida que resulta provechoso y que lo hará querer cambiar hacia
el final.Es un hombre que ama la
música, especialmente a su ídolo Elvis (quien incide en la manera de moverse),
donde surge como elemento narrativo la canción “Love me Tender”, que adquiere
un nuevo significado en la película, representa el matrimonio, por lo que al
final no es necesario que él se le declare de forma convencional o explícita a
“Lula”, bastará solo con cantar dicha canción. “Sailor” mira en dos ocasiones a
la cámara rompiendo la cuarta pared cuando está en la cárcel en las dos
ocasiones (de forma curiosa, pasa más tiempo encerrado por robo que por
asesinato), como lo hace en un momento “Marietta”, quizá sintiéndose observado
por el espectador que le recrimina sus actos y él sabe que está pagando por
ellos. En este personaje radica también lo bien estructurado que está el guion,
ya que en él es que se nota la transformación o el arco, donde pasa de no
importarle nada y ser un hombre violento y frio, a un padre y novio que descubre
una “valiosa lección” referente a su vida y al amor; y en suma a los demás
personajes, que son creados tridimensionalmente de forma estupenda. “Lula” es
una mujer de apariencia tontarrona y estereotípica, que es bella y se enamora
del sujeto equivocado; pero en el fondo posee unos pensamientos a la vez
extraños y significativos, relaciones con el mundo que ella ve a su alrededor
(como ese sentir ambientalista que posee y su preocupación con el futuro de la
tierra), un mundo oscuro, tétrico y del que ella quiere huir o por lo menos,
ignorar (escena de la radio en el auto). Su amor por “Sailor” es supremo,
irreal, idílico y al final se da cuenta que no le trae cosas buenas. Ella tiene
un trauma de cuando era pequeña, su tío la violó, y ese hecho la atormenta sin
cesar, reapareciendo de forma cercana con el personaje de “Bobby” (uno de los
personajes inolvidables del cine de Lynch, reminiscente al “Frank” de Blue
Velvet).
Aparecen
también, por supuesto, elementos surreales, que como ya se expresó, se mezclan
con una historia y unas situaciones cotidianas, más reales. Lynch en múltiples
ocasiones utiliza estos elementos como anticipación a lo que está por venir en
la historia, aunque el significado de esos elementos son casi que
imperceptibles y requerirían de una explicación, la cual el realizador no da
nunca (y no es necesario); con excepción por ejemplo de Twin Peaks: Fire Walk
with Me de 1992, película que continua la serie Twin Peaks y que muestra hacia
el inicio a un personaje femenino y bizarro que aparece con movimientos
extraños, que no habla y que por peculiar ocasión, el personaje de Kiefer
Sutherland se encarga de descifrar, comenzando a explicar qué quiso decir con
cada movimiento que hizo. En Corazón Salvaje aparecen personajes de ese tipo
surreal, que interactúan con los personajes principales y secundarios y no
queda mucha certeza de lo que representan o de lo que están tratando de anticipar
para ellos; por ejemplo aparece una mujer moviendo las manos en un bar en el
que está “Johnnie” y “Marietta” mientras el fondo en el que está se torna negro,
o el hombre que se sienta junto a un personaje (interpretado por Freddie Jones)
que tiene una voz aguda e infantil, también el extraño hombre que se acerca preguntando
algo a “Lula” cuando han capturado por segunda vez a “Sailor” y que intenta
hacerla reaccionar con golpes en el suelo y con sus manos; o el simple hecho de
que “Sailor” comience a cantar en el “baile” o al final, interpretando dos
canciones de Elvis, haciendo que todo lo demás “desaparezca”, centrándose en solo
en ellos, donde el mundo a su alrededor se detiene.
Surgen
entonces los aspectos recurrentes entre esta película y las demás obras del
director, algo que hace parte de su marca personal y que está plagado de pequeños
y grandes detalles. Elementos como el plano del auto, realizado poniendo la
cámara en el mismo y encuadrando a los dos personajes y con las calles de fondo
(que se puede ver por ejemplo en Blue Velvet); el plano cerrado del rostro (los
ojos) de una mujer, visto por ejemplo en The Elephant Man con la mamá de “John
Merrick” o en la “chica del radiador” de Eraserhead y que en este caso se
centra en los ojos de “Lula”; la deformación y el interés y obsesión de Lynch
por ella (“John Merrick”, “Bebé” en Eraserhead, Antagonista de Dune de 1984,
entre muchos otros), se nota en la escena en que “Sailor” se mira su reflejo,
que lo deforma y sirve para que él se dé cuenta de esa forma malévola que posee
y que no lo ha llevado a tomar decisiones correctas, con lo que se empieza a
arrepentir de todo; Y el hecho de que el personaje de “Sailor” se preocupe
tanto por la música, es un elemento recurrente y propio de los personajes de
Lynch, de él mismo y de su mundo narrativo, así como la presencia de un
cantante en el reparto como ya sucediera con Sting en Dune, en esta ocasión
aparece John Lurie (recordando sus apariciones en las cintas de Jim Jarmusch); la
propia carretera es un elemento recurrente, visto en Blue Velvet y más
importante aun en Lost Highway, con el uso de un plano además, en movimiento y
que muestra las líneas pintadas en el asfalto; las cortinas se pueden notar en
el bar en el que están “Marietta” y “Johnnie”, algo quees reiterativo en muchas obras del realizador;
el amor por la década del cincuenta de Lynch, que en la película se insinúa con
la misma música, con el rock (que escucha por ejemplo “Johnnie” en su auto) o
con el personaje que escucha radio en la gasolinera en la que se detienen
“Sailor” y “Lula”; el sexo como elemento repetitivo, importante y obsesivo para
sus personajes; y, los actores recurrentes, como Jack Nance, Freddie Jones, Isabella
Rossellini o los que serán desde aquí en
mayor o menor medida, como Laura Dern, Sheryl Lee o Sherilyn Fenn.
Hay
un una inmersión a un estilo de películas, además de la Road Movie, que se
centran en una pareja romántica que tratan de escapar o están en un viaje, y
uno de los dos o ambos están metidos en problemas, adentrados en una vida
criminal; por lo que surgen referencias e influencias como: They Live by Night
de Nicholas Ray de 1948, Bonnie and Clyde de Arthur Penn de 1967, Badlands de
Terrence Mallick de 1973, y las posteriores Natural Born Killers (Asesinos Por
Naturaleza) de Oliver Stone de 1994 o Sightseers de Ben Wheatley de 2012 (ver
24 Cuadros Por Segundo edición # 7). Esos dos personajes que indican amor, se ven
envueltos en un extraño contraste, donde además de ese sentimiento reflejan
violencia, explícita y exagerada como el estilo mismo de la película (similar
al que recurre el cine de los hermanos Coen), con un rimo narrativo acelerado,
como lo expresa el propio Lynch cuando se refiere a la película: “todo está
extrapolado, no hay balance, hay extremos”.
Las
actuaciones son esenciales para el éxito de la película, y no solo es por los
personajes, sino por el buen casting que realiza Lynch y su escogencia
apropiada para cada personaje. Nicolas Cage estaba en un década que se mantiene
como su mejor hasta el momento, en cuanto a desempeños actorales se trata, ya
que fue en la que ganó un Oscar y participó en películas como Wild at Heart, de
relevancia y en comparación bastante mejores que en la mayoría de las que participa
en la actualidad. Su interpretación rebosa la sobre actuación intencionada,
acorde con el mundo en el que viven sus personajes y el estilo visual que se
maneja. Cage sugirió la idea de llevar su propia chaqueta (en homenaje a Marlon
Brando en la película The Fugitive Kind de Sidney Lumet de 1960), la cual le
dio después de la grabación a Laura Dern, debido a que los padres de ella
actuaron en un montaje de la obra “Orpheus Descending” de la cual se adapta la
película mencionada y que está escrita además por Tenesse Williams, familiar
lejano de Dern. Laura Dern se convierte en una actriz fetiche para Lynch,
cambiando drásticamente su personaje de Blue Velvet y mostrando correctamente
el sufrimiento, la frustración, el amor y la impotencia de su personaje. Willem
Dafoe, hace un personaje memorable, su trabajo se transmite al espectador y
crea una conexión (más de odio, que de empatía) por la que no importa que
aparezca corto tiempo en pantalla, sino que importa la marca que deja la
presencia de su personaje. Diane Ladd, madre en la vida real de Laura Dern,
impacta con su papel de “Marietta”, dejando un disgusto inmediato por su
personaje y ejerciendo de una muy correcta antagonista, que expresa sufrimiento
y odio profundo al tiempo.
La
musicalización refuerza ese sentir exagerado y el ritmo agresivo y potente de
las imágenes, y no es otro, sino Angelo Baladamenti (habitual desde Blue Velvet
en los trabajos de Lynch) quien le da esa importancia a la música que utiliza
(con canciones de rock, clásicas o incluso más fuertes –metal-), con una
sensación también a los cincuentas (él también siente pasión por esa época como
el director) y esas melodías se utilizan de manera shockeante, incluso poco
convencional en ocasiones, en conjunto con las imágenes y la edición. Y es ese
trabajo de montaje, que aporta el dinamismo y la rapidez de las situaciones;
una edición que en ocasiones recurre al montaje paralelo entre determinadas secuencias,
haciéndolo de forma magistral. La edición toma importancia también, debido a
que aparecen variados flashbacks en la película, ya sean de anécdotas de los
personajes o de hechos que los marcaron en el pasado. Todo en compañía de una
fotografía prolija, estilizada y de la que se puede rescatar por ejemplo el
paneo circular del final de la película, donde aparecen los créditos finales.
Corazón
Salvaje entonces, posee una infinidad de detalles que la hacen sobresalir, aunque
en conjunto no sea algo tan armónico, conteniendo variadas y distintas
connotaciones que pueden surgir a partir de cada situación y provocan que esta
película sea una de las importantes del cine de Lynch, con toques más modernos
y teniendo como base el impacto sonoro, visual y metafórico que dejan sus
personajes y sus actos, en medio de un mundo en deterioro, que es como Lynch ve
el mundo real.
Trailer
- No creo en las propinas... pero si en el cine - Ash
Se une un nuevo escritor/colaborador: Santiago Andrés Gómez Sánchez., finaliza el Enfoque Selectivo en el realizador Brad Anderson, comienzan nuevas secciones como "Plano x Plano/Diente x Diente" (Clásicos), "Melodías de Cine" (Cine Musical) y "La Loca Historia del Cine" (Comedia); además de las secciones ya conocidas con géneros como: Drama, Cine Negro, Terror, Documental, Giallo, Slasher, Adaptaciones cinematográficas y muchas más.
Título:
El Increíble Hombre Menguante Dirección:
Jack Arnold Guion:
Richard Matheson Producción:
Albert Zugsmith Dirección
de Fotografía: Ellis W. Carte Edición:
Albrecht Joseph Actores:
Grant Williams, Randy Stuart País:
Estados Unidos Año: 1957
Más allá de la imaginación... una aventura dentro de los desconocido
Scott: “Me sentía
débil y absurdo, un enano ridículo. Es bastante fácil hablar del alma y del
espíritu y del valor existencial, pero no cuando mides tres pies de altura. Me
odiaba a mí mismo, a nuestro hogar, a la caricatura que se había convertido mi
vida con Lou. Tenía que salir de allí. Tuve que escapar”.
Scott: “Yo continuaba
encogiéndome… convirtiéndome… en ¿qué? ¿El Infinitesimal? ¿Qué era yo? ¿Todavía
un ser humano? O ¿yo era el hombre del futuro? Si había otras propagaciones de
radiación, otras nubes viajando a través de los mares y continentes, ¿podría
haber otros seres que me siguen a este vasto y nuevo mundo? Tan cerca el
infinitesimal y el infinito. Pero de repente, supe que esos eran realmente los
dos mundos del mismo concepto. El increíblemente pequeño y el increíblemente
vasto eventualmente se conocieron –como el cierre de un círculo gigante. Miré
hacia arriba, como si de alguna manera entendiera a los cielos. El universo,
mundos más allá de los números, la tapicería de plata de dios se extendió a
través de la noche. Y en ese momento, supe la respuesta al enigma del infinito.
Pensaba en términos de la dimensión limitada del hombre. Yo había sobrepasado a
la naturaleza. Esa existencia empieza y termina en la concepción del hombre, no
la de la naturaleza. Y sentí mi cuerpo disminuyendo, derritiéndose, volviéndose
nada. Mis miedos se desvanecieron. Y en su lugar vino la aceptación. Toda esta
vasta majestuosidad de creación, tenía que significar ago. Y entonces yo
significaba algo también. Sí, más pequeño que el más pequeño, significaba algo,
también. Para dios no hay cero. Yo ¡todavía existo!”.
En
la década del cincuenta surgió un furor en el cine (debido a que es una arte
que cambia con los tiempos, épocas y contextos y expresa muy bien lo que se
vive en lugar determinado y en una época determinada), hablamos del cine de
ciencia ficción, que se elevaba en lo alto y tomaba posesión de la atención de
cineastas y espectadores. El miedo a una guerra nuclear, la aparente confrontación
inminente entre La Unión Soviética y Estados Unidos, dio como resultado una
serie de películas, que se centraban en las mutaciones, los ataques a la
tierra, las invasiones alienígenas, los insectos gigantes (asesinos y
destructores). Esto se dio tanto en el cine comercial como – y sobre todo – en el
de la serie B, el pensamiento de todos estaba en forma de metáfora en lo que se
veía en cine. Muchas de las tramas se repetían hasta el cansancio, en ocasiones
era una tarántula gigante, en otras un cangrejo gigante; pero el estilo y los
personajes tenían que sufrir lo mismo. Por lo que joyas como The Incredible Shrinking Man (El Increíble
Hombre Menguante) brillan por ser más originales, jugar con muchos de los
elementos vistos en estás películas, pero yendo más allá, con un argumento más
atrapante y llamativo.
El
argumento se centra en Scott (Grant Williams), un hombre común y corriente,
casado y que vive una vida normal, hasta que en un viaje en un crucero, una
extraña niebla aparece y le cambia la vida, causándole un efecto que lo hace
volverse cada vez más pequeño y sin una solución aparente. A medida que su
tamaño disminuye, los problemas incrementarán, cuando las cosas insignificantes
para alguien más, se vuelven trampas mortales para él.
Jack
Arnold es el responsable de llevar a cabo esta excelente película, una de los
clásicos de la época en que las cintas de ciencia ficción reinaron el panorama
cinematográfico. Arnold contribuyó con varias películas en esta década, entre
ellas se destacan It Came From Outer
Space de 1953 basada en una historia de Ray Bradbury, Tarantula de 1955 y la que en este caso compete, la cual es su obra
máxima y es una de las mejores películas de ciencia ficción. El sobresaliente
realizador murió en el año 1992, dejando sus invaluables aportes para el género
y con una decente trayectoria cinematográfica.
El
guion está escrito por un genio de la ciencia ficción, un hombre con un talento
innato para contar historias asombrosas, fantásticas y repletas de imaginación
y creatividad, se trata de Richard Matheson, el cual adapta su propia novela
para la película. Matheson es recordado por sus guiones de las cintas que Roger
Corman dirigió sobre los cuentos de Edgar Allan Poe, junto a Vincent Price; por
haber escrito varios capítulos de series como The Twilight Zone (La Dimensión Desconocida), Star Trek, Outer Limits o
Amazing Stories; por escribir las
novelas que inspiraron por ejemplo, las películas Last Man on Earth de 1964 u Omega
Man de 1971, ambas basadas en su novela I
am Legend (soy leyenda) o también la cinta What Dreams May Come de 1998 (Más Allá de los Sueños), Stir for Echoes (Ecos Mortales) de 1999,
The Box de 2006 o Real Steel de 2011; o por haber escrito
el guion también de la recordada Duel
de Steven Spielberg de 1971. Ese historial hace posible inferir la capacidad de
Matheson, quien con El Increíble Hombre
Menguante, logra una historia fascinante, con uno de los mejores finales de
la historia del cine. El final de la película es sorprendente, en el sentido de
afectar de forma directa al espectador e incluso provocarle miedo, ya que es
una situación que deja pensando, reflexionando y la verdad llega a impactar como
si se tratara de un shock. Además del final, toda la película está acompañada
de diálogos estupendos e inteligentes, que refuerzan las sensaciones que va
experimentando el personaje principal, que muestran su frustración, su miedo y
los cuales logran llegarle al espectador, haciéndole vivir lo que él vive de
forma cercana y directa. El diálogo del soliloquio final, no fue escrito por
Matheson, fue añadido luego por Jack Arnold y es la conclusión perfecta para la
historia, con el mismo tono que lo escrito hasta ese momento por Matheson y
siendo igual de inminente que las imágenes que se ven. El escritor tenía
pensado escribir una secuela, llamada The
Incredible Shrinking Woman, contando con el personaje de la esposa de
“Scott”, pero fue un proyecto que se desechó por el estudio.
A
su vez las situaciones presentadas, con relación a lo que podría llegar a
suceder cuando se tiene ese tamaño tan pequeño, son planteadas obteniendo el
máximo de emoción, entretenimiento y suspenso para el espectador, contando con
una buena puesta en escena y con unos muy excelentes efectos especiales, para
simular los objetos y distintos elementos que se debían de ver grandes, así
como las sobreimpresiones para dar el efecto de que “Scott” interactúa con ese
nuevo mundo. Y es que el argumento muestra a la vez lo que le pasa a él de
forma que llama la atención y con un tono pesimista y melancólico (con toda
razón), ya que es inimaginable pasar por un situación así (especialmente con el
final, donde ya no hay esperanza. “Scott” seguirá disminuyendo, pasando al el
olvido y la soledad, solo quedándole la
aceptación y la resignación de lo que le sucede).
Es
una historia sencilla, pero que tiene mucho más de lo que aparentemente es. Sus
diálogos, las situaciones y los sentimientos expresados por los personajes, son
profundos y críticos, especialmente en una forma existencial. Y es que no
muchas veces se encuentra un argumento o una puesta en escena sobre ciencia
ficción, donde no allá cabos sueltos o sin que se exageren elementos que
resulten inverosímiles para el espectador, pero en este caso la película, a
pesar de lo sencilla, logra una identificación, empatía, verosimilitud tal, que
trasciende y logra transgredir a la persona que la está viendo; por lo que
además no es una película que se olvide fácilmente. Arnold logra esto, con el
argumento, la puesta en escena y un buen trabajo con los actores, que realizan
desempeños importantes y que exhiben brillantemente los padecimientos y miedos
de sus personajes, especialmente el actor principal y en quien se centra la
trama. Grant Williams expresa con soltura todas las cuestiones filosóficas que
pasan por la mente de “Scott” a medida que se hace más pequeño, con un uso de
la Voz en Off además bien utilizado,
algo que es muy difícil de lograr.
El
trabajo visual sin duda sobresale, además de la edición y los efectos, se nota
que hubo mucha planeación en cuanto a qué planos se debían de hacer,
precisamente para lograr los efectos que se logran. Por todo esto, el filme
resulta, para la época en que se estrenó y realizó, una obra innovadora,
original y única (también debido a que no se presenta un final feliz ni
esperanzador). De las múltiples secuencias y escenas interesantes que cabe
mencionar, por ejemplo, está la de la lucha contra la tarántula “gigante” (una
secuencia muy bien lograda y llena de suspenso), la secuencia de la casa de
muñecas y el gato que se quiere comer a “Scott”, como si se tratase de un ratón
(de esta secuencia surge una imagen icónica en el cine, del gato acechando a
“Scott” por una de las ventanas de la casa de muñecas) y también la secuencia
cuando “Scott” trata de conseguir como sea, algo de comida, teniendo que pasar
por muchos y distintos obstáculos. La cinta tuvo una especie de homenaje,
basada en la historia original, en 1985 y dirigida por Joel Schumacher llamada The Incredible Shrinking Woman (retomando
el título propuesto por Matheson), luego de que John Landis no pudiera
dirigirla, pero no logra superar a la original, ni mantiene la atmosfera y
estilo de la cinta de 1957. Además se está preparando una nueva versión/remake
de la misma en el 2015, que seguro tendrá muchos efectos especiales, pero es
muy difícil que logren tan buenos resultados en cuanto a los personajes y la
trama.
El Increíble Hombre
Menguante es una de
“las películas que hay que ver antes de morir”, una obra que invita al
espectador a pensar, que lo entretiene y sorprende al mismo tiempo; un trabajo
redondo y completo, que resulta siendo mucho más de lo que aparenta (no es solo
otra película del montón, otra película de ciencia ficción de los cincuentas) y
sin duda, los espectadores, pero sobre todo los cinéfilos, nunca se olvidarán
de “Scott”, quienes saben que seguirá disminuyendo toda su vida y nadie más se
dará cuenta de ello.
Tráiler
- No creo en las propinas... Pero sí en el cine - Ash
Director:
Tim Burton Guion: Tim
Burton Productor:
Rick Heinrichs Actor:
Vincent Price Dirección
de Fotografía: Victor Abdalov Año:
1982 País:
Estados Unidos imdb: http://www.imdb.com/title/tt0084868/reference
Vincent
Price (en off): “Allí viviría con los horrores que ha inventado, y vagaría por
los oscuros pasillos solo y atormentado”
El
cortometraje Vincent
es dirigido por el famoso director estadounidense Tim Burton, el cual alcanzó
una fama impresionante debido a su particular estilo, un estilo que lo
caracteriza y se basa en lo gótico, lo sombrío, en los homenajes al cine de
terror clásico, en la muerte y en los personajes marginados y atrapados en ese
tipo de mundos, como el mismo lo estuvo en su infancia. Pero en los últimos
años, el director ha venido dando muestras de una especie de deterioro en sus
trabajos, un deterioro que se deja notar en obras mucho más comerciales que sus
primeros trabajos y que resultan ser largometrajes menores en su carrera.
Aunque a pesar de que no es muy constante en sus obras, no hay que olvidar sus
películas sobresalientes y sus cortometrajes, como en el caso de Frankenweenie
(de la que acaba de realizar una versión animada y en un formato distinto) y su
primer cortometraje en Stop Motion, Vincent.
El
creativo realizador comenzó trabajando para Disney, pero debido a que su visión
era según la empresa, algo oscura y distinta de lo acostumbrado en los trabajos
de Disney, no tuvo una oportunidad. Algo que resulta un poco extraño, es que en
la actualidad el director trabaje en algunas ocasiones para Disney, una empresa
que no lo apoyó al principio de su carrera y con la que ha venido mostrando
esos desempeños tan poco sobresalientes de los que se estaba hablando. Pero a
pesar de todo, Burton consiguió realizar su primer obra, un cortometraje de animación,
donde el protagonista es un niño, un niño que es una especie de alter ego, de
una versión del propio director y que se centra en la imaginación, la forma en
cómo este niño ve al mundo. El cortometraje muestra de forma acertada el mundo
que se imagina el niño (Vincent), siendo a su vez, todo un homenaje al actor
americano Vincent Price, uno de los actores favoritos del realizador y que pone
su voz en el cortometraje.
El
argumento cuenta la historia de “Vincent”, un niño que se imagina
constantemente un mundo sombrío y tétrico, únicamente cuando se encuentra solo.
Se cree que es el actor Vincent Price, le gusta sentir que vive en una
atmósfera gótica, con murciélagos y sombras, en la que convirtió a su perro en
zombie y disfruta de su soledad, además de leer cuentos de terror y pintar.
Sin
duda es una animación excelente, de la que se nota el cuidado extremo en cada
detalle y que resulta ser (como en el caso de cualquier animación en Stop
Motion) un trabajo producto del esfuerzo, de la dedicación y de paciencia. En
ese entonces, el realizador no contaba con
presupuestos altos, por lo que además la animación resultó ser un recurso muy
útil para poder expresar todo lo que quería, además de forma creativa. Por
supuesto la animación también sirve para poder crear ese mundo imaginario que
rodea la mente de “Vincent”. Todo apoyado en un excelente guion, del que se
nota que fue realizado con una pasión y un gusto extremo que tiene como único
protagonista a “Vincent”, razón por la cual a los adultos no se les ve sus
rostros nunca.
Para
reforzar la intención del realizador, de su visión del mundo, también recurre
al blanco y negro, que tiene mucho que ver con el cine clásico y con un estilo
serio, oscuro y un poco distinto a las obras de animación convencionales hasta
ese momento. Además el trabajo de fotografía, sobresale tambiénel
diseño de arte, el cual plantea unos escenarios propios del expresionismo
alemán, de las películas de la Hammer y de ese carácter clásico que contiene la
obra. Además están las referencias a sus posteriores trabajos, como el perro
que tiene “Vincent”de mascota y que se imagina asesinándolo
y convertiéndolo en zombie (referencia a Frankenweenie)
o la calavera que aparece fugazmente en el mundo oscuro del personaje (similar
al “Jack” de The Nighmare
Before Christmas – Pesadilla antes de Navidad / El Extrano Mundo de Jack).
La
narración es otro elemento muy importante, ya que acompaña de forma acertada a
la imagen, a los dos mundos en los que vive el protagonista y con la particular
voz del mítico actor de terror. Además es una narración que se hace en versos,
con una rima muy planeada y correcta. Además Vincent Price expresó una gran
gratitud a Tim Burton, afirmando que el corto era la “inmortalidad”, que era
mejor que una estrella en Hollywood Boulevard.
El
cortometraje tiene ese carácter melancólico y triste, el protagonista al final
termina atormentado por ese mundo que creó, que se imagina o que tal vez se
volvió real, provocando la locura a “Vincent”. Por supuesto, el homenaje
también es al autor Edgar Allan Poe, especialmente a su obra “The Raven” (El Cuervo),
algo que se nota en la forma como acaba el cortometraje.
Sin
duda, Vincent
resulta ser un obra excelente, con la que se vive y se siente una
identificación con el personaje muy cercana y que es toda una celebración de lo
gótico, del terror, de la oscuridad y del cine mismo.
Corto:
- No Creo en las propinas... pero sí en el cine - Ash
Ficha Técnica Dirección: Michel Gondry Guion: Michel Gondry Producción: George Bermann Dirección de Fotografía: Jean-Louis Bompoint Actores: Gael García Bernal, Charlotte Gainsbourg País: Francia - Italia Año: 2006 Género: Drama, Comedia Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0354899/reference
Cierra los ojos. Abre el corazón
Stéphane:
“En los sueños las emociones son
abrumadoras”.
El
director francés Michel Gondry vuelve a adentrarse en la mente humana para uno
de sus argumentos cinematográficos, pero en lugar de tratar el tema de los
recuerdos (“Eternal Sunshine Of The
Spotless Mind”), se involucra esta vez con los sueños. Un tema que sirve a
la perfección para que el realizador deje volar su imaginación y experimente
con sus trucos visuales, las animaciones y demás elementos estéticos y narrativos
por los que se destaca y es reconocido. También toca de nuevo el tema de las
relaciones de pareja, solo que en este caso en particular, es de una pareja que
apenas se conoce y ni siquiera llegan a tener una relación afectiva establecida.
El
argumento se centra en “Stéphane” (Gael García Bernal), el cual viaja a Francia
a vivir con su madre, luego de la muerte de su padre en México. En el
apartamento de su madre, la casera del lugar, conoce por accidente (literal) a
“Stéphanie” (Charlotte Gainsbourg), con la que no siente atracción al
principio, pero a medida que la conoce se va enamorando de ella y viceversa.
Pero, “Stéphane” sufre de una condición que le dificulta saber qué es realidad
y qué es un sueño, por lo que vive en su mente constantemente, en el mundo de
los sueños. Esto impedirá que se pueda relacionar con “Stéphanie” y termine
mezclando los dos mundos, el de su mente y el real.
El
director realiza un trabajo prolijo, su toque personal se nota en cada detalle
de la película y además el trabajo con los actores es efectivo, debido a que
logra compenetrarlos y hace que se adapten al mundo que creó. Su creatividad
está por doquier, aportándole al mismo personaje principal un poco de si, para
generar su personalidad. Gondry en cada trabajo deja su marca, no solo
creativa, sino personal, ya que en muchas de sus obras, basa sus personajes y
las situaciones que le suceden en su experiencia personal, sirviendo como en el
caso de Woody Allen, para rencontrarse con los traumas y experiencias pasadas,
que lo marcaron y que están constantemente presentes en su mente. Es así, como
por ejemplo, utiliza algo de su infancia, que lo marcó y que recuerda con
claridad. Una noche cuando era niño, permanentemente soñaba con que sus manos
eran enormes, por lo que se despertaba exaltado, siendo algo que lo atormentaba
al mismo tiempo (una escena de la película, muestra a “Stéphane” soñando con
sus manos grandes, luego se muestra una especie de recuerdo en la que es niño y
se despierta asustado con las manos de gran tamaño). Desde pequeño, el
realizador tuvo una personalidad tímida, experimentando situaciones que
influyeron en su forma de ser, por lo que para locación del filme se utilizó la casa donde el propio director
vivió en su juventud. Entonces, Gondry utiliza elementos de su imaginación y de
su vida para crear el mundo que se ve en pantalla, donde lo visual toma vital
importancia para la narración y todo resulta ser una especie de terapia para
él, ya que revive sus experiencias y reconstruye sus recuerdos, solo que
siempre, en función del argumento.
También
el realizador toma de sus trabajos en el formato del video musical algunos
aspectos, como del video de Foo Fighters “Everlong”,
donde aparece la rememoración de las manos gigantes; o como el video de Lucas, “Lucas with The Lid Off“, donde aparece
el cantante subiendo un piano por unas escaleras (en la película esto aparece
cuando “Stéphane” conoce a “Stephanie”, cuando el piano de ella que estaban
subiendo por unas escalas, cae y él sale lastimado).Y por supuesto, además de volver a tratar la
mente humana, de su anterior película, toma algo prestado también, el hecho de
que “Stéphane” hable con el recuerdo o la imagen que tiene de “Stephanie” en su
mente (que no es la real) y ella intente persuadirlo de cómo debe hablarle en
la vida real, es algo similar a cuando “Clementine” dialogaba con “Joel” en su
mente, siendo solo un recuerdo de ella.
El
guion resulta ser bastante interesante, contando una historia original y que
engancha al espectador de inmediato. Los personajes están bien estructurados,
manteniendo múltiples detalles de sus personalidades y mostrando sus formas de
ser de manera verosímil y acertada. La idea del argumento le llegó a Gondry
cuando Sam Mounier, cuando tenía diez años, le narró un cuento para dormir una
noche, desde ahí comenzó a escribir el guion de inmediato. Cada personaje tiene
una forma de ser particular, elementos que los definen y que los diferencian al
mismo tiempo de los otros, por ejemplo con el personaje de “Guy”, el cual
resulta molesto a la vista, debido a su forma de ser alocada, irritante y
extrovertida. Esta es una película en las que el final queda abierto y cada
quien saca sus interpretaciones, algo más en común con su anterior
largometraje. En un momento del filme, el personaje central habla sobre el
“azar paralelo sincronizado”, lo cual explica como un evento trascendental en
la vida de una persona, puede ocurrir en cualquier instante, cuando alguien
menos se lo espera y en una situación que puede aparentemente ser rutinaria o
común. Ese azar hace parte también de la forma en que se configuran los sueños,
por lo que son una mezcla de elementos complejos que se experimentaron en el
día. De este modo el guion resulta ser complejo en su configuración, tratando
de una manera eficiente el aspecto psicológico de “Stéphane”, pero mostrando de
forma creativa sus problemas y su relación con las demás personas, así como su
incapacidad de establecer una relación con una mujer (algo que puede resultar
muy autobiográfico por parte del director, ya que por ejemplo utiliza el mismo
nombre para su personaje en la película y para el niño desu cortometraje “La Lettre”, la cual se basa
en la infancia socialmente tormentosa de Gondry).
“Stéphane”
deja ver en sus sueños sus deseos y pasiones, lo que quiere conseguir (por
ejemplo que acepten su calendario, “la desastrología” o poderle decir a “Stéphanie“
lo que siente). Solo que cuando soñaba, si lo hace consiguiendo que aceptaran su
calendario, pero con ella no fue posible, ya que en sus sueños, la relación
entre los dos tampoco se mostró de forma clara, solo hacia el final cuando
cabalgan juntos. Él es un personaje que no es capaz de decirle lo que siente a
ella, muestra una inseguridad tremenda y por eso, ella no muestra un interés
evidente en frente de él, sino que espera que simplemente puedan hablar sobre
ello. La mezcla entre sus pensamientos, su subconsciente y la realidad, no
permiten que “Stéphane” pueda actuar como quiere hacerlo, por ese motivo su
relación con “Stephanie” no logra compenetrarse. La idea de mostrar la mente
consciente de “Stéphane”, como una especie de previo a los sueños, es muy bien
utilizada por el director, ya que sirve para reflejar lo que está viviendo el
personaje y lo que piensa cuando está con los demás. Así mismo, la recursividad
para mostrar lo que sucede en la mente, es muy imaginativa (los ojos son las
ventanas o en una pantalla azul donde se utiliza un chroma, se representa los sueños de él). En ese preconsciente, el
espacio “televisivo” donde “Stéphane” dice lo que piensa realmente, hay un
momento donde se explica cómo se generan los sueños, algo que el director ya
había explicado en su documental “I’ve Been
Twelve Forever” y es que una persona toma múltiples elementos de los que
vivió en el día, los mezcla con los deseos más intensos que tiene en ese
momento y con los objetos o personas que vio ese mismo día, por lo que el
recurso de adentrarse en lo que sueña cada vez el personaje, para expresar lo
que vive y sufre es muy original.
El
final muestra a un “Stéphane” que habla sin desparpajo con “Stephanie”,
haciéndola sentir mal y comportándose frente a ella como no lo había hecho
antes. Algo que se cuenta esta vez, sin mostrar la mente del personaje, por lo que
cabe la duda de si él siempre se comportó así o es debido a la alteración que
está sufriendo, porque anteriormente todo se contaba desde su perspectiva y en
ese momento el espectador lo observa junto con ella, por lo que cuando la
historia termina es más fácil pensar que una relación entre los dos está más
lejos de darse que al revés.
La
parte estética y visual del filme es inmejorable, la forma en que Gondry
utiliza las animaciones (especialmente el Stop Motion) para poder mostrar lo
que sueña el personaje, hace posible que sea verosímil y que pueda ser creíble
el mundo que se forma cuando se sueña. Los mismos personajes muestran ese amor
de Gondry por la recursividad y la expresión de la creatividad, ya que “Stéphane”
dibuja y también expresa que quiere ser inventor (como en el caso de propio
director cuando era joven) o “Stephanie” que realiza múltiples manualidades y
entre los dos intentan crear un Stop Motion. La maquina del tiempo que solo
viaja un segundo al pasado o al futuro, las gafas para ver 3D en la vida real o
la idea de un bosque en un bote, hacen parte del mundo creado por el director,
haciendo que sea un mundo llamativo y que atrapa de inmediato al espectador.
Las actuaciones van de la
mano con lo sobresaliente de la historia y la dirección. Gael García hace un
muy buen papel, mostrando lo que sufre su personaje, esa esquizofrenia o
alteración que vive en su mente y que se mezcla con la realidad. El actor deja
notar esa impotencia que vive “Stéphane” y se mete en el rol de lleno, por lo
que sus expresiones exageradas en los sueños, resultan efectivas, y la
personalidad que muestra en sociedad, cuando está con otra persona (una
personalidad tímida) logra ser creíble. Además el actor entra en la producción,
luego de que Rhys Ifans (el cual ya había trabajado con el director en “Human
Nature”) no pudiera estar en ella, sin embargo hay un agradecimiento en los
créditos, ya que Rhys aportó ideas en el guion y de hecho fue el que le dio el
nombre a la película. Charlotte Gainsbourg también hace un muy buen desempeño,
su interpretación muestra de forma adecuada la frustración que experimenta su
personaje por saber si realmente él siente algo por ella. Alain Chabat “Guy”,
transmite de forma eficaz al espectador su forma de ser, lo cual incide de
inmediato en que sea un personaje que cae mal, pero que es claro en lo que
piensa y en su personalidad.
“La Ciencia de los
Sueños” está dentro
de las mejores películas de Michel Gondry (a pesar de que tiene pocas), por lo
que resulta un filme atrapante, original, y que deja múltiples interpretaciones
de lo que pudo haber sucedido cuando termina, con un final abierto y que deja
al espectador reflexionando. Sin duda es una de las mejores películas
independientes, junto con su antecesora, de los últimos años.
Trailer
- No Creo en las propinas... pero sí en el cine - Ash